CONCILIACIÓN DE LAS JORNADAS MÚLTIPLES EN MUJERES CON EDUCACIÓN SUPERIOR
Edith Rivas Sepúlveda
21/octubre/2022
En las últimas décadas observamos dos fenómenos de cambio, fruto del comportamiento de las mujeres en México y en otros muchos países de La OCDE y de América Latina: 1) el gran crecimiento de la tasa de actividad laboral femenina y 2) la elevación del nivel de estudios de las mujeres que, en las últimas décadas superan el nivel de estudios y la presencia en la universidad de los hombres; fenómenos que se retroalimentan porque la tasa de activad laboral femenina crece con relación al nivel de estudios de las mujeres.
En México la población femenina laboralmente activa ha ido creciendo progresivamente y se acerca al 50% de la población laboralmente activa total, por otro lado, las mujeres hoy ya son mayoría entre los estudiantes universitarios de licenciatura y su presencia es aún mayor entre los de posgrado.
Estos comportamientos no plantearían ningún problema si fueran masculinos, pues el mercado de trabajo dispondría de una oferta mayor y más cualificada. Pero tratándose de mujeres, no podemos olvidar que realizan un trabajo adicional, invisible pero real, en ellas recaen muy desproporcionadamente respecto a los hombres, otras actividades, denominadas “trabajo reproductivo”, que incluye la gestión del hogar y el cuidado de personas dependientes (hijos y otros) que en su conjunto, requieren una dedicación extensa e intensa en la mayoría de los casos. Según los datos de la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo las mujeres mexicanas que trabajan de manera remunerada añaden al horario de trabajo remunerado una media de 40 horas semanales de trabajo no remunerado.
Se ha mostrado en diversos estudios como las tareas que ocurren en el ámbito doméstico son cruciales e imprescindibles para el funcionamiento, no solo de los hogares, sino también del sistema económico y en general para el bienestar social.
Existe un espacio donde los cambios no han sido tan significativos para las mujeres, como en el campo laboral y educativo. Al interior del hogar son las mujeres las que continúan siendo las principales responsables de las tareas domésticas, así como del cuidado de los menores o en algunos de los casos de los adultos mayores. La división sexual del trabajo sigue siendo vigente aún en mujeres con educación superior y ello tiene efectos en el mercado laboral retribuido donde las mujeres han ido aumentando su presencia y todo parece indicar que continuarán haciéndolo.
A pesar de la evidencia de que el trabajo de gestión del hogar y cuidado a dependientes existe y es imprescindible, incluso se podría decir que es básico para que el trabajo remunerado exista, paradójicamente es “invisible” porque: a) no se retribuye cuando lo realiza un miembro del hogar (cuando lo realiza una foránea sí), b) no se registra en las estadísticas de ocupación, y c) no se reconoce como experiencia que genera competencias, como en cambio si se hace con la experiencia laboral tradicionalmente masculina. Llegando a ser de uso común la idea de las amas de casa “no trabajan”.
Al mismo tiempo, los pocos datos disponibles acerca del contenido y la intensidad del trabajo reproductivo nos dicen que en México más de dos tercios del tiempo dedicado al trabajo reproductivo recae en las mujeres y un tercio de las familias mexicanas tiene como “jefas de hogar” a mujeres, lo que implica una responsabilidad económica mayor para ellas.
¿Cómo hacen las mujeres para conciliar tareas y horarios de los dos trabajos que realizan?
Una repuesta simplona e inviable sería decir: volvamos a lo de antes, las mujeres en casa y no tendremos que plantearnos el problema, esto sin embargo, es inviable por muchas razones, entre ellas las económicas, no se puede prescindir de casi la mitad de la población activa que, además, esta más cualificada que la otra mitad, pero sobre todo porque las mujeres “no renuncian” a su actividad remunerada que, a pesar de conllevarles un pluriempleo y más horas totales de trabajo, es la base de su autonomía y libertad para decidir.
La simultaneidad de los dos trabajos genera tensiones que las mujeres intentan compensar mediante nuevos comportamientos que podemos asociar, al menos parcialmente, como respuesta a los problemas de la “conciliación”, como son: la disminución de la tasa de fecundidad (la pirámide de edades de la población mexicana lo muestra), la intensidad en la dedicación al trabajo remunerado (las mujeres trabajan menos horas remuneradamente o en cargos que no demanden gran responsabilidad) debido a que a estas horas de trabajo remunerado se suman las horas que traban en el hogar gratuitamente, la cantidad de horas de trabajo son, por mucho, más de las que los hombres hacen como promedio, y en algunos casos también donde las separaciones y divorcios, se traducen en una asunción de responsabilidades económicas como jefas de familia de un tercio de los hogares mexicanos (tarea que tradicionalmente asumían los hombres).
Dicha asignación de tareas o roles de las mujeres les genera dobles o triples jornadas de trabajo, debido a que es en ellas en quien recae el mayor peso y responsabilidades del trabajo reproductivo (labores en el hogar y cuidados de los dependientes), sobre todo en mujeres con educación superior, que son las más activas laboralmente; sin embargo el trabajo reproductivo no es remunerado por lo contrario es un trabajo invisible, estadística y económicamente pero que debería reconsiderarse su importancia, ya que este trabajo representa el sostenimiento de la vida misma.
Dra. Edith Rivas Sepúlveda
Académica del Departamento de Administración
Sistema Nacional de Investigadores Nivel C
edith.rivas1591@academicos.udg.mx